Hoy quiero hablarte de la diferencia entre dos conceptos que pueden confundirse fácilmente: la amabilidad y la asertividad empática.
Sin embargo, son totalmente diferentes y, según utilicemos uno y otro, nuestra forma de comunicarnos tendrá consecuencias muy distintas.
Por lo general, nos han enseñado a ser amables de una manera “edulcorada”.
Me explico.
En mi caso, yo interioricé una amabilidad que respondía al miedo a ser totalmente honesta, porque siéndolo podía hacer daño a la otra persona.
Tenía la creencia de que si decía algo que al otro no le gustase, podría enfadarse o ponerse triste. Y la culpa sería mía.
Te lo explico con un ejemplo.
Ese momento (casi todos hemos pasado por él) en el que tienes una relación especial con una persona desde hace un tiempo, pero no quieres que la cosa vaya más allá.
Es decir: estás seguro de que por tu parte esa relación no se convertirá en algo “serio” ni que implique compromiso. Lo que no tienes claro es que la otra parte piense lo mismo.
Y llega la hora de comunicárselo a la otra persona.
Podemos afrontar esta conversación no demasiado cómoda de dos formas:
Desde la amabilidad: De esta manera, es muy probable que por miedo a hacer daño al otro no acabes expresando con claridad lo que quieres decirle. Vamos, el típico “No eres tú, soy yo”.
Y seguramente la otra persona no acabe de entenderte bien e incluso siga con esperanzas de que la relación evolucione (en caso de que sea lo que quiere). Porque en el fondo no le has dicho toda la verdad y has evitado sentirte culpable si reacciona con tristeza o enfado.
Desde la asertividad empática: Aquí tienes muy claro que puede que a la otra persona no le guste lo que le vas a decir, pero eso no te hace caer en la culpa.
Por lo tanto, serás capaz de expresarte honestamente sin dejar de tener en cuenta sus sentimientos mediante la empatía. Esa persona entenderá lo que quieres decirle y entre los dos decidiréis que pasará a partir de ahí, teniéndolo todo claro por ambas partes (seguir igual o acabar con la relación).
La segunda opción no solo te permite a ti expresarte, sino que también da lugar a que la otra persona, si es el caso, pase el duelo y gestione el dolor que puede producir tu mensaje hasta aceptarlo. Y esto no será culpa tuya, sino que tiene que ver con sus necesidades y deseos.
Esto que te acabo de contar es aplicable a otros muchos tipos de relaciones: amistades, familiares… Todos aquellos casos en los que el otro quiere algo que tú no quieres.
En todos ellos, la CNV nos propone salir de una amabilidad edulcorada que puede derivar en no mantenerte en tu lugar ni expresarse honestamente, para aplicar una asertividad empática que te permita posicionarte de forma clara y concreta sin renunciar a la empatía.
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