Hoy quiero hablarte de algo que a mí, en su día, me hizo entender mucho mejor de qué va esto de las relaciones y de los distintos roles o actitudes que podemos adoptar en cada una de ellas.
Rosenberg, fundador de la CNV, estableció tres etapas diferenciadas dentro del proceso de aprendizaje y desarrollo personal que experimentamos en nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos con los demás.
Sí o sí todas pasamos por las tres, así que atención, porque seguro que una o varias te suenan de algo.
Voy a explicarte cada una y después te especifico algunos matices y te formulo una pregunta.
1ª etapa: Esclavitud emocional.
Podría ilustrarse con la expresión “Si yo me siento mal es por tu culpa y si tú te sientes mal es por la mía”.
Aquí solemos estar cuando empezamos a cuestionarnos las cosas. Tenemos la tendencia de echarle la culpa a alguien de aquello que sentimos. Y de la misma manera, interiorizamos que nosotros somos los culpables también de lo que sienta el otro.
¿El resultado? Una comunicación cargada de juicio, de culpa, de reproches y de críticas. Relaciones en las que la manipulación y la dependencia suelen estar presentes.
Esto puede generar que te conviertas en una persona sumisa y servicial en exceso, que deja de lado sus propias necesidades.
2ª etapa: Antipatía emocional
Está en el polo opuesto de la anterior y respondería a una actitud de “¡Ese es tu problema!, ¡yo no soy responsable de tus sentimientos!”
Es decir, venimos de cohibirnos tanto a favor del otro y de un sentimiento de culpa tan intenso, que llegamos al hartazgo y empezamos a priorizar nuestras necesidades. Aquí entendemos que los sentimientos y las emociones son propios y tienen que ver con lo que cada uno necesita.
¿Qué puede pasar? Que caigamos en la convicción de que lo que sientan los demás no es asunto nuestro y dejemos de tener en cuenta sus necesidades a favor de las nuestras.
Y esto nos puede llevar a una cierta energía egoísta en la que la otra parte se sienta incomprendida e ignorada.
Como te decía, no nos podemos saltar ninguna de estas fases. Todas forman parte del proceso.
Porque, como seres humanos, necesitamos experimentar las polaridades para, desde ahí, encontrar el equilibrio o, lo que es lo mismo:
3ª etapa: Liberación emocional
Aquí llegaríamos a algo así como “Yo necesito esto y me siento así, y entiendo que tú necesitas aquello y te sientes así. Veamos qué podemos hacer para llegar a un entendimiento positivo para los dos”.
En esta etapa entendemos que la responsabilidad emocional es de cada uno y que las emociones que desarrollamos surgen en función de las necesidades propias. Y al mismo tiempo, nos abrimos a los demás para encontrar el modo de generar conexión y entendimiento, porque también nos hacemos conscientes de cómo pueden afectar nuestros actos al resto.
Como puedes imaginar, esta etapa nos hace mucho más capaces de generar relaciones sanas y enriquecedoras en las que el objetivo es encontrar el bien común. Sin culpa ni miedo.
Pero ojo, que este proceso no es un camino lineal.
No se trata, digamos, de ir “pasando pantallas”.
De hecho, lo habitual es ir moviéndose entre las tres etapas.
Porque podemos intentar equilibrar una de ellas posicionándonos en otra en un entorno diferente.
Y lo realmente importante es ser consciente de en cuál estas en cada una de tus relaciones y ámbitos de tu vida (por ejemplo: esclavitud en el trabajo y antipatía con tu pareja) para poder salir del modo automático y trabajarlo adecuadamente.
Ahora me gustaría hacerte una pregunta y te invito a que seas lo más explícito posible para poder leer todas las respuestas: ¿En qué etapa crees que estás tú en cada una de tus relaciones?